jueves, 13 de febrero de 2014

393 años de la ciudad de Guarenas




     Guarenas tiene su origen etimológico en la palabra Huerena, que además equivale a yerbal, pradera. A su vez, Guarenas es de origen indígena Chagaragota, por lo que hablar de Guarenas es hacer referencia a los indios Chagaragotos establecidos en este valle.

     Esta población se asentó entre pequeñas colinas y ríos de la zona, de allí que mucho de los nombres a zonas y fuentes de agua estuvieron relacionadas con el nombre de algunos indios, bien porque protagonizaran algún acontecimiento importante, o en memoria al cacique que defendió las tierras, o porque recurrió a la huida como forma de impedir el sometimiento y colonización. Como ejemplo tenemos la quebrada “Aramaipuro” hoy quebrada Zumba, siendo el nombre del cacique principal de la zona y a quien le tocó enfrentar a los españoles durante el período de la conquista. Urimare, hija de este cacique probablemente tuvo participación en estos enfrentamientos en defensa de su tribu. De la misma manera nos encontramos con el conocido río Guarenas llamado por nuestros ancestros como “Ayacamú”. Conservamos afortunadamente algunos nombres heredados como, entre muchos otros, a Curupao, Gueime y Potuco, que hacen referencias a ríos y quebradas igualmente. (René G. Jaspe)
     Por la dificultad que tuvieron los españoles de desarraigar la cultura aborigen no solo en estas tierras sino en todas las que fueron objeto de conquista, Guarenas pasa a convertirse en un pueblo de origen indígena a un pueblo de doctrina de indios bajo el régimen de encomiendas. Las encomiendas de los indios Chagaragotos o Guarenas fueron otorgadas por Diego de Lozada entre los conquistadores que lo acompañaron, entre ellos se encontraron; Antonio Gámez, Francisco Infante, Lucas Martín y Hernando Cerrada. Este Lucas Martín según documentación revisada, es el mismo Lucas Martínez de Porras casado en 1617 con Micaela Pérez de Ávila, encomendero de Guatire y dueño de algunos hatos en Guarenas donde cultivaba maíz y caña.

     Con el otorgamiento de las encomiendas surge el elemento importante a explotar: la tierra. El conquistador comienza entonces a considerar la tierra como el verdadero preciado oro que tantos viajes y exploraciones le costó a la corona española, para convertirla en objeto de explotación agrícola para comercializar lo que ellas producían. Durante la visita pastoral del obispo Mariano Martí el 16 de marzo de 1784 refiere productos como; yuca, maíz, plátanos, frijoles, cacao, caña, ñame y algodón. En este sentido, la encomienda otorgada con el fin de adoctrinar al indígena recurriendo posteriormente a la reducción o concentración de los indios en centros poblados, reunidos en torno a una iglesia erigida por los mismos encomenderos, se convierte en un lento pero seguro crecimiento del pueblo a partir de la separación del indígena de su territorio,  desplazando sus formas de vida,  creencias y costumbres.

     Muchas de estas encomiendas fueron otorgadas con el tiempo por herencia entre encomenderos para mantener la posesión continua de estas. Por ejemplo Hernando Cerrada, primer encomendero de Guarenas, casa a su hija Beatriz Cerrada de Mármol de avanzada edad con el capitán Lucas Martínez de Porras en 1651, cuyo enlace da lugar por un único interés, la rica encomienda de Guarenas. Pero, la posesión no solo fue el objetivo de repartición de las tierras sino los productos agrícolas que estas producían para comercializarlos con la ciudad de Caracas, donde muchos encomenderos establecieron vivienda dejando en manos de otros familiares el cuidado de las tierras donde asentaron sus haciendas.

     Este sistema de encomienda no solo alejo al indígena de sus tierras sino lo condujo también al maltrato y explotación y desprovisto de cualquier protección. De allí que el rey español por disposiciones emanadas en Real Orden solicita llevar a cabo la fundación del pueblo como forma de separar a la comunidad indígena del encomendero, que además no los instruía en la fe católica. Fue por esta razón que un 14 de febrero de 1621, el padre Gabriel de Mendoza juez comisionario nombrado por el obispo Angulo, se encarga de señalar el sitio donde debía erigirse la iglesia del nuevo pueblo, escogiendo como advocación mariana el nombre de “Nuestra Señora de la Caridad y Copacabana” agregando a su curato y doctrina las tierras de los encomenderos, a quienes les impuso la obligación de fabricar en un tiempo determinado, la iglesia, sacristía, cementerio y casa del cura doctrinero.

     Ante la fundación del pueblo los encomenderos ofrecieron resistencia porque lesionaba sus intereses económicos al tener que liberar a los indígenas que se encontraban en su posesión, fue así como bajo la amenaza de la excomunión a los encomenderos que no cumplieran con lo solicitado para llevar a cabo y completar la fundación que se vieron obligados a cumplir la decisión del cura doctrinero y evitar la pérdida de las tierras poseídas.
     Con la fundación del pueblo de Guarenas los indígenas continuaron trabajando en las haciendas de los encomenderos pero bajo una nueva vigilancia, la de la iglesia católica a través de sus curas doctrineros para garantizar el orden religioso, y el establecimiento del cabildo indígena para el mantenimiento del orden civil.

     Hoy, en su aniversario, y muy cerca de su cuatricentenario es propicio recordar nuestros ancestros ya que su huella permanece como impronta colectiva y que nos reclama que la lucha no ha concluido aún. Siempre que avancemos, nuestro pasado histórico estará presente y nos reclamará nuestro compromiso con nuestra ciudad.


Lcda. Noraya J. Pérez Díaz
Historiadora
Cronista Municipal de Guarenas
                          

miércoles, 12 de febrero de 2014

Bicentenario de la Batalla de la Victoria "No podemos optar entre vencer o morir, es necesario vencer".




     Con esta consigna propia de José Félix Ribas queremos remitirnos a la historia para reseñar un momento histórico protagonizado por un grupo de jóvenes que junto al prócer lucharon en apoyo a las ideas libertarias de Simón Bolívar para consolidación de la independencia.

      La Batalla de La Victoria fue liderada y ganada por José Félix Ribas, acompañado por estudiantes del Seminario y de la Universidad de Caracas quienes se cubrieron de gloria al derrotar en La Victoria a las tropas de Boves y Morales el 12 de febrero de 1814. Aun cuando el ejército fue conformado por jóvenes representantes de la aristocracia colonial e inexpertos en el uso del fusil, participaron en esta batalla armados más por el coraje que inspiró la defensa de la república y la emancipación política frente a la metrópoli. Con el deseo de vencer, emprendieron la marcha hacia la Victoria para enfrentarse a un ejército de 2500 hombres, bajo el pronóstico de una derrota, no solo por la inexperiencia en la guerra sino por el poco ejército reunido, lo cual fue considerado como ventaja para el ejército realista.

      En estas condiciones se dio comienzo a la batalla, reseñada por el Boletín que publicó la Gaceta de Caracas en su número 42 “…comenzó la lucha a las ocho de la mañana, y se luchó a los alrededores de la población, y se luchó en las calles, adonde penetraron al fin las hordas enemigas; y se peleó desde la plaza (…) incierto de socorro, seguro de sí y confiado en su fortuna...”

     Ante la resistencia de los ataques de Francisco Tomás Morales quien encabezó la ofensiva, y después de ocho horas de combate sin tregua, cubre el horizonte Vicente Campo Elías con un cuerpo de caballería procedente de San Mateo, incorporándose al ejército patriota con un refuerzo de 220 soldados, auxilio suficiente para que Mariano Montilla, Cedeño, los hermanos Padrón, Campo Elías y el propio José Félix Ribas lograran el triunfo de la Victoria e impidieran el objetivo realista de cortar toda comunicación entre Caracas y Valencia. Huyen maltrechos Boves y Morales, dejando tras sí una ciudad desbastada, pero ardiente de gloria. El reporte oficial dado por Ribas en su biografía publicada en 1864 por Juan Vicente González, destaca “La jornada ha sido larga y cruel, pero gloriosa. Ella ha costado la pérdida del coronel Ribas Dávila, del capitán Prudencio Canelón y de otros valientes oficiales”.

     Muchos fueron los patriotas que murieron durante el enfrentamiento en la Victoria que no solo culminó con el triunfo de una de las innumerables batallas llevadas a cabo durante el largo período de la independencia, sino también se determinó la victoria de una juventud heroica que se inmoló hace 200 años por nuevas ideas y con la rebeldía característica para insurgir en contra de sistemas de opresión y dominación.     
           
     El año 1814 puede considerarse como una de las épocas más terrible durante la gesta emancipadora porque coincide con el fin de la primera república y el comienzo de la emigración a Oriente, hecho en el cual un notable grupo de guareneros fueron acusados de infidentes por seguir a Simón Bolívar y a los caraqueños en su paso por estas tierras, que huían del terror desatado por Boves y Tomás Morales ante sus recientes derrotas y que motivaban el avance hacia Caracas. Con ambas batallas quedaba demostrado el compromiso de los patriotas de no dejarse vencer y rendirse ante los españoles.

     La presencia de los jóvenes estudiantes en las tropas de José Félix Ribas dio motivo para que cada 12 de febrero sea conmemorado oficialmente como Día de la Juventud. Por ello, hoy la tarea sigue siendo la defensa de la Patria, en el pasado fue por la defensa de la república, ahora es mucho más compleja; es consolidar la transformación que hoy se impulsa en nuestro país, para lo que se requiere también del afianzamiento y recuperación de la memoria histórica y de la visibilización de nuestra historia  través de la relectura de los hechos históricos.


Lcda. Noraya J. Pérez Díaz
Historiadora
Cronista Municipal de Guarenas